Archivo mensual: agosto 2012

Sobre el movimiento 15-M: Orígenes

«Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados» (El Talmud)

Tal y como comenté en la presentación del blog es mi intención recuperar algunos de los escritos que realicé previamente a su apertura y que creo pueden tener algún valor informativo. El referido a los Orígenes del 15-M es uno de ellos.

Este tema lo publicaré en tres partes. Esta entrada sobre los orígenes del 15-M, una segunda que habla sobre su estructura y funcionamiento y, por último, una tercera que, a modo de desenlace, incluirá mis reflexiones sobre la deriva que ha tomado el movimiento y sus perspectivas de futuro.

Aquí está pues la entrada sobre los orígenes del Movimiento 15-M, escrita el 3 de Julio de 2011.

Escuchada en una de esas habituales tertulias televisivas la última barbaridad sobre el perfil de los participantes en las acciones del Movimiento 15-M, por fin me he decidido a intentar escribir sobre este fenómeno, basándome en mis experiencias e informaciones, pero tratando a la vez de mantener una perspectiva neutral sobre lo que supone y ha supuesto a nivel socio-político.

Es posible que si los omniscientes tertulianos de estudio salieran de sus púlpitos y se dignasen a participar en las redes sociales o hubieran acudido a las Asambleas organizadas en las acampadas, hablasen con algo más de criterio y algo menos de ligereza. Aunque claro, eso implicaría dos cosas que dudo mucho que estuvieran dispuestos a hacer: la primera, dejar de ser la voz de su amo y asumir un papel activo de transmisor veraz de información; y la segunda, socializarse de igual a igual, lo que implica estar abierto al escrutinio de todos los participantes en las redes, hecho que ya ha supuesto pasar amargos tragos a personajes públicos como Alejandro Sanz, Bisbal o Buenafuente, que no parecen apreciar la crítica en la misma línea que el aplauso fácil.

Este es el primer problema, porque es imposible entender y analizar el 15M sin conocer sus orígenes, unos orígenes previos a su existencia como tal, y por tanto a la famosa manifestación del 15M, y que supusieron un arduo trabajo en las redes sociales a través de la interrelación no planificada de 3 organizaciones o movimientos diferenciados, aunque con objetivos comunes: Anonymous, No les Votes y Democracia Real Ya.

Anonymous nació de una acción conjunta de ciudadanos anónimos que pretendía denunciar un supuesto escándalo de la Iglesia de la Cienciología en el que habría muerto una adepta y que la propia Iglesia de la Cienciología habría intentado ocultar a través de prácticas no demasiado éticas. Sea o no este hecho real y estando más o menos de acuerdo con alguno de sus métodos, que a veces rozan o superan la línea entre la legalidad y la ilegalidad, como es el caso de los ataques DDoS de denegación de servicio, lo cierto es que algunas de las acciones de Anonymous han ido enfocadas a atacar sectas, desenmascarar pederastas, crear redes de comunicación en lugares con regímenes totalitarios…

Es cierto que en otras ocasiones sus ataques han ido dirigidos a otros organismos más legítimos como el Banco de España, el Ministerio de Cultura… pero siempre bajo la argumentación de unos principios éticos que eso sí, pueden no siempre ser compartidos y que darían lugar a una infinita discusión filosófica sobre si debe primar la ética o la legalidad.

Anonymous es desde luego un fenómeno social. No solo por sus métodos y por su fama merecidamente obtenida, sino porque incluso desde un punto de vista psicológico ha supuesto una revolución en las estructuras organizativas. Si hasta ahora se hablaba del individuo y del grupo, Anonymous no es ni lo uno ni lo otro, sino una nueva forma de interrelación que podemos denominar como “agrupamiento caótico”. Es más que una suma de individuos pero no tiene la estructura y características de un grupo: ni roles, ni liderazgo, ni jerarquia, solo un objetivo común que además, varía en cada acción.

El funcionamiento de Anonymous solo puede entenderse desde el anonimato que permite la red y que asombra por su simplicidad: un individuo propone en uno de los canales comunicativos habituales (chat, foros…) una acción determinada contra un individuo o institución (por ejemplo, enviar una carta proponiendo no votar a PP y PSOE), argumentándola desde la presumible falta de ética comportamental. Otros individuos que ven el objetivo y argumento deciden si se suman a la acción a título individual (imprimen la carta y la envían a 100 personas de la guía telefónica) y la difunden (nuevos mensajes en foros y chat), proponiendo además nuevas estrategias de acción (además de enviar cartas, diseñan pegatinas que ponen a disposición de todos para pegar en las ciudades). Al finalizar se ha constituido un colectivo con un objetivo común y unas estrategias de acción conjuntas que, tras implementarse,  suponen el fin la acción y de la agrupación (al pasar las elecciones se finaliza el envío de cartas y la pegada).

Posteriormente, nuevas acciones serán propuestas y nuevos individuos se sumarán o no en función de su grado de acuerdo con las mismas, lo que hace que Anonymous por un lado no exista como tal (un anonymous puede apoyar una acción pero estar radicalmente en contra de otra) y que como dice su lema “Anonymous somos todos”, ya que una persona puede participar en una acción sin tan siquiera saber que ha sido organizada por Anonymous.

Independientemente de todas estas consideraciones, lo cierto es que Anonymous se ha ganado un fuerte apoyo social, lo que quedó ampliamente demostrado cuando una operación policial que decía haber desarticulado la cúpula de Anonymous (lo cual es imposible como hemos visto pues no existe tal cúpula) dio pie en Twitter a #cupulasinexistentes, uno de los hastagh más hilarantes que se han creado en esta red social.

No les Votes es el segundo de los agrupamientos de interés. Comenzó también como un movimiento de interrelación de internautas si bien es cierto que en este caso su expansión y su importancia se debió al apoyo de personajes concretos relacionados con el software libre, el libre acceso a la cultura, la defensa de las redes P2P… y nació como un clamor popular en forma de respuesta a la inefable e indecente Ley Sinde. Básicamente, ante los continuos varapalos que el sistema judicial estaba dando a la SGAE y las sociedades de autor, absolviendo a las páginas web de enlaces de descargas y justificando el derecho a la copia privada y al intercambio, la señorita Sinde decidió intentar colar unos principios en una Ley que no tenía mucho que ver pero que le podía servir para ocultarlos, la Ley de Economía Sostenible. Vamos, algo así como colar 4 artículos para acabar con el Botellón en la Ley de Reforma del Tribunal Constitucional, un disparate. Esto, por su parte, le permitía saltarse el sistema judicial dejando las competencias de cierre de web en manos de un ente administrativo, que ya de paso, actuaría y estaría regido por los denominados creadores de contenidos (es decir, la SGAE y afines).

Obviamente, la ciudadanía, que ya venía calentita desde que le dijeron que tenía que pagar un canon digital bajo el nuevo principio de presunción de culpabilidad (si te compras un CD no es para guardar las fotos de tu niño, es para piratear las canciones de Ramoncín y compañía) y que se indignaba cada vez que la SGAE enviaba a inspectores a bodas privadas y obras benéficas para cobrar los derechos de autor, contraatacó creando este movimiento que consistía en un conjunto de acciones que solicitaban el voto para cualquier partido que no hubiera apoyado dicha Ley. O lo que es lo mismo, que no se votara a PP, PSOE y CIU.

Ni que decir tiene que la gente habitual de Anonymous fue la primera que apoyó este tipo de acciones proponiendo además nuevas estrategias para lograr un mayor impacto y efectividad. Ello desencadenó que el propio movimiento No les Votes trascendiera la Ley Sinde, para empezar a posicionarse sobre propuestas políticas diversas y realizar ciberactivismo en pro de unos principios muy generales como la austeridad en el gasto público (o el gasto político), transparencia, control ciudadano… principios tras los cuales comenzaron a asomar las primeras discrepancias ideológicas.

Y llegamos al tercero de los agrupamientos originales. Democracia Real Ya a diferencia de los dos anteriores sí es un grupo. Es un grupo con una estructura establecida que, no obstante y debido a la mala prensa que tienen actualmente los grupos jerárquicamente organizados (personalmente no estoy de acuerdo con este planteamiento), ha tratado de implementar medidas creativas y originales para demostrar su funcionamiento democrático, tales como portavocías itinerantes, múltiple creación de comisiones… En principio, se ha posicionado como un grupo que pretende atraer a ciudadanos de todas las ideologías, creencias y sectores en pro de un fin tan noble como imprimir principios éticos a los discursos políticos y económicos establecidos en la sociedad.

Sin embargo, es cierto también que este movimiento no tiene la aceptación social ni la aprobación que merecen los dos anteriores y que desde el comienzo ha generado muchísimas sospechas sobre su finalidad y funcionamiento.

En primer lugar, la persona que registró el dominio de Democracia Real Ya, según se dice había trabajado previamente para el PSOE, lo que ya de mano hizo sospechar a los internautas de las verdaderas intenciones del movimiento, además de generar incontables comentarios en los foros de discusión. Es cierto que este lo negó, aludiendo a que el movimiento Democracia Real Ya no había sido creado por nadie, sino por la interacción de indignados en las redes (algo parecido al sistema de Anoymous y No les Votes), pero también es cierto que estas sospechas no han dejado de crecer fundamentalmente por dos razones.

Primero, porque de las tres corrientes originales, Democracia Real Ya fue la única que en lugar de posicionarse abiertamente por fomentar el voto al partido minoritario, como sí hicieron Anonymous y No les Votes, lo hizo a favor del voto en blanco, un voto que favorece claramente el sistema actual, el bipartidismo y perjudica a los partidos minoritarios.

Segundo, porque en varias ocasiones, salieron a la palestra personajes que abiertamente mostraron su intención de fundar un partido político alrededor del grupo Democracia Real Ya, aunque posteriormente el propio movimiento desmintió y rechazó esta intención. Recordar que el propio juez Garzón ha mostrado recientemente su intención de fundar un partido alrededor no ya de Democracia Real Ya, sino del Movimiento 15M.

En cualquier caso, desde los orígenes y las intenciones originales del grupo hasta el estado actual, se ha dado una gran diferencia, fundamentalmente debido a la extensión del mismo y su volumen, lo que ha hecho que se rija por principios más consensuados.

Así pues, estos son los tres grupos o agrupaciones cuya interrelación dio pie al Movimiento 15M. No obstante este movimiento es muy diferente de las tres agrupaciones originales, pues aunque estas fueron su comienzo, posteriormente se fueron adheriendo ciudadanos independientes y muchísimas más organizaciones: asociaciones de parados, de jubilados, de jóvenes solidarios (destacar por su importancia la asociación Juventud sin Futuro), en contra de las cláusulas abusivas en las hipotecas… Especialmente anecdótico es el hecho de que hayan recibido el apoyo de movimientos tan peculiares como la Falange, o tan contradictorios como la Iglesia Católica y la asociación Europa Laica.

Todo esto ha hecho que el Movimiento 15M adquiera una inercia propia que la ha llevado a un sistema organizativo propio, a un perfil de participante diverso, a un sistema de protesta basado en acampadas muy discutible, a una postura muy característica respecto a partidos y sindicatos, y en definitiva, a un avance por caminos a veces óptimos y a veces muy desacertados como veremos próximamente.

[Continuación…]

Salud y libertad.

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Esencia Humana (6ª parte y fin)

“Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas” (Bertrand Russell)

Lo bueno de los memes es que siempre pueden atribuir a Einstein cualquier chorrada, la haya dicho o no.

No muchos saben que el término imbécil proviene de una antigua clasificación psicológica que catalogaba a un individuo en función del cociente intelectual en: idiota, morón o imbécil, siendo de esta clasificación de donde derivó el insulto actual, que se refiere a alguien corto de entendederas (RAE) o que desconoce la realidad del mundo que lo rodea.

Sin embargo, es curioso que este desconocimiento de la realidad circundante, incluido el propio yo con sus conductas, sus emociones, incluso sus cogniciones, sea una constante en la naturaleza del ser humano. Y es que, milagros de la mente, no conocemos el mundo como es, sino como somos.

Si en todas las entradas referentes a este tema hemos constatado algo es la capacidad de las personas para negarse a sí mismas la propia realidad que están viendo y viviendo día tras día, por lo que parecería bastante sensato afirmar que tiene que haber algunos mecanismos comunes que propicien este hecho.

Por eso, vamos a ver algunos ejemplos de estrategias que, aunque no podemos obviar que tienen una función claramente adaptativa y son esenciales para la vida humana, dan lugar a ciertos errores de procesamiento y nos permiten darnos cuenta de que el ser humano como tal es bastante indeseable, ello aunque no lo sea de forma intencionada sino simplemente porque está “programado” para serlo. Eso sí, adelanto que las primeras estrategias son más técnicas y académicas que otra cosa, pero el nivel de aplicación va “in crescendo”, así que no se me desanimen ni aburran, o si lo prefieren, sáltense los tres próximos párrafos.

Las primeras que utilizamos son estrategias para reducir la información procesada*. Es obvio que la mente tiene que limitar la capacidad de información que procesa pues de lo contrario no tendría recursos suficientes para hacerlo y además no podría actuar con rapidez, ya que tendría que realizar complicados cálculos para saber cuál sería la decisión a tomar. De hecho, esta es la razón por la que es muy difícil que una máquina llegue a realizar un procesamiento humano. Sin embargo, esta información no es seleccionada al azar, sino que se rige por patrones como seleccionar los estímulos más llamativos y dos que son especialmente relevantes para nuestro caso: seleccionar estímulos adecuados al conocimiento previo de la persona y sus expectativas, y seleccionar estímulos relevantes para sus metas. Es decir, y esto es genial, seleccionamos la información que sea congruente con la que ya tenemos (descartando la otra) y que sea útil para aquello que deseamos.

La segunda estrategia es el empleo de heurísticos, o lo que es lo mismo, un conjunto de reglas que simplifican la información a procesar, lo que se conoce también como la utilización de “atajos mentales”. Hay varios tipos de heurísticos como el de disponibilidad (realizar juicios generales en función del último caso particular recordado o la información más reciente), el de anclaje y ajuste (basado en tomar como referente una información conocida y hacer un ajuste respecto a las circunstancias que pueden ser cambiantes), el de simulación (estimar la probabilidad de un suceso basándose en la facilidad con que se puede imaginar)…

El problema es que estos heurísticos pueden hacer incurrir al sujeto en errores o en manipulaciones bastante elementales. Por ejemplo, el error de muestreo puede hacernos inferir condiciones generales de muestras muy reducidas, la correlación ilusoria puede hacernos sobre-estimar el grado de relación de dos sucesos sacando conclusiones erróneas, el heurístico de simpatía puede llevarnos a aceptar los juicios e ideas de otro porque se muestre como una persona agradable o parecida a nosotros en algún aspecto…

Es decir, por mucho que nos hayan cincelado el cerebro para aceptar que el ser humano es una animal racional, lo cierto es que la razón, o mejor el análisis racional,  solo se utiliza en determinados momentos y circunstancias y no en el continuo de su vida diaria. Y eso que todavía no hemos empezado con el tema de la influencia emocional.

Después de ver que el ser humano utiliza estrategias de pensamiento fundamentadas en lo que ya sabe, en lo que le interesa conseguir y, simplemente, en reglas que reduzcan su procesamiento porque somos un poco vagos, ya podemos hacernos una idea de que su capacidad de análisis de la realidad puede no ser muy fiable, al menos en cuanto al comportamiento y pensamiento diario se refiere. Pero aún hay más.

Teniendo en cuenta que el ser humano es un animal social, no podemos obviar la importancia de las relaciones en su comportamiento, emociones y pensamiento, lo que unido a las diferentes formas de organización social, nos lleva a las teorías de Susan Fiske**. Esta psicóloga social fue quien estableció los cinco motivos sociales universales, entre los cuales uno destaca especialmente para nuestro análisis, el motivo de confianza. Según este motivo, el ser humano, para poder adaptarse a la vida en grupo, necesita “sentirse a gusto con el mundo y tener predisposición a esperar cosas buenas de la mayoría de la gente” (Gaviria et al., 2009). Dicho de otro modo, necesitamos pensar que la mayoría de las personas son merecedoras de confianza porque ello es adaptativo para nuestra realidad como seres sociales. Claro que el problema está en que estar programado para creer una realidad no quiere decir que esta sea tal.

Así que si ya vemos que por sí misma la tan cacareada racionalidad humana pincha en muchas ocasiones (y solo hemos puesto tres ejemplos de las varias decenas de sesgos existentes), no podemos ni imaginarnos lo que puede llegar a ocurrir cuando se integra el tema emocional.

El tema de las emociones es fundamental pues es la parte por donde comienzan casi todas las técnicas de manipulación de masas y, desde luego, las técnicas de reforma del pensamiento, que utilizan por ejemplo los grupos de dinámica sectaria, pero también otros sectores de ética “intachable”, como los expertos en marketing.

Esta influencia puede darse por fenómenos simples*** o más complejos e integrados. Entre los primeros están el recuerdo dependiente del estado de ánimo o el recuerdo congruente con el estado de ánimo. Según el recuerdo dependiente, recordaríamos mejor una información determinada cuando estamos con el mismo estado emocional que en el momento en que la adquirimos. Según el congruente, aprenderíamos mejor aquella información que es concordante con el estado emocional que tenemos en ese momento (no hay nada como estar cabreado para recordar hasta la última coma de la nueva propuesta política que estamos leyendo con el fin de salir de la crisis).

No obstante, los verdaderos procesos de manipulación y autoengaño pueden verse en toda su extensión cuando analizamos fenómenos más complejos. En este campo destaca la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger, que es una auténtica maravilla. Según esta teoría, probada hasta la saciedad, el ser humano tiene que tener una cierta coherencia entre sus emociones, cogniciones y conducta, pues de lo contrario surge un estado desagradable (la disonancia) que el propio sujeto se ve obligado a reducir. Para ello, el ser humano utiliza estrategias de lo más fiable como: recabar más información congruente a lo que le conviene para eliminar la disonancia, despreciar información incongruente, alterar la importancia de la diferente información en función de lo que le conviene para eliminar esa disonancia… todo ello con el fin de que emociones, cogniciones y conducta sean consonantes o congruentes entre sí.

Parece complejo pero quizás se vea mejor con un ejemplo. Si alguien consigue aterrorizarnos en unas elecciones con un argumento tan “razonable” como que viene la derecha, los españoles que pretenden eliminarnos del mapa o el mismísimo Pancho disfrazado de coplista, y ese miedo cala, las cogniciones se irán desplazando acorde a ese miedo. De esta forma buscaremos cada vez más información favorable a ese partido, argumentaremos que sus propuestas son más razonables y utilizaremos estrategias para racionalizar el votarle. Asimismo, el día de las elecciones, acorde a esos “razonamientos” le votaremos sin dudarlo, pensando que es una clara decisión ideológica, cuando en realidad es fruto de una manipulación a través del miedo. De esta forma hemos conseguido que las cogniciones (los razonamientos y justificaciones para votarle) y la conducta (el voto) sean consonantes con nuestra emoción de miedo, evitando disonancia entre los tres elementos y por tanto evitando ese estado desagradable que surge cuando los tres elementos no son congruentes entre sí.

De hecho, en este fenómeno, se encuentra la explicación a la mayoría de los procesos de manipulación de individuos y masas existentes, esos mismos que calan especialmente bien en quienes no “creen” en la psicología y desdeñan todo lo relacionado con la mente. Porque lo cierto es que la única manera de hacer frente y poner remedio a estos fenómenos es conociéndolos… así que teniendo en cuenta el interés del personal en estos asuntos, las empresas de marketing, las sectas, religiones, partidos políticos, publicitarios… pueden estar tranquilos. Tienen un prometedor futuro por delante.

Una vez vistos algunos pequeños ejemplos que demuestran nuestra infalibilidad racional y lo fuertes que somos (y nos creemos) psicológicamente para enfrentarnos al engaño y la manipulación externa, solo nos queda para finalizar demostrar la rectitud moral y categoría humana que nos mueve, esa que ya sí que de forma inequívoca demuestra que el ser humano es “bueno” en esencia, como hemos visto en los post anteriores. Y lo veremos a través de tres fenómenos curiosos, dos de carácter individual y uno de carácter social.

El primer fenómeno individual es el fenómeno del mundo justo. Esta es la tendencia de algunas personas a asumir que el mundo donde vivimos es un lugar fabuloso que se rige por criterios de bondad y justicia. Algo así como un mundo de piruleta donde llueven ositos de gominola y las casitas están fabricadas con regaliz. La verdad es que este fenómeno no dejaría de ser otro proceso más de autoidiotización si no fuera por las consecuencias que de él se derivan para terceros, ya que cuando sucede un hecho que pone en jaque esa justicia, la persona trata de justificarlo o “racionalizarlo” achacando responsabilidad a quien lo sufre o minimizando la acción del atacante. Ya se imaginarán a lo que me refiero, Breivik tenía que estar loco porque en un mundo tan bonito no se puede ser tan cabrón, los terroristas están deseosos de reinsertarse porque han visto el rayo de luz de la paz y ahora les gusta más fabricar mazapán que bombas, si violan a una mujer seguro que fue un malentendido ocurrido porque iba provocando… Es decir, la persona en este caso, con tal de no enfrentarse a la incertidumbre de un mundo injusto, crea una realidad ficticia paralela en la cual lo más duro son las atribuciones que hace a casos de terceros que sí sufren esas injusticias.

El segundo fenómeno es especialmente repugnante. Se trata del fenómeno de atribución de responsabilidad a la víctima. Ya viendo el nombre podemos hacernos una idea… Se trata de un fenómeno en el que la parte despreciable viene de inicio, ya que se fundamenta en el propio egoísmo del ser humano, que con tal de no alterar su tranquilidad asumiendo que le puede pasar lo mismo que a una víctima de un hecho, pone distancia de por medio, culpabilizándola de lo ocurrido. Para que se dé este fenómeno la persona tiene que asumir que puede estar en la misma situación que la víctima de un hecho y además tiene que ser semejante a la víctima. Si no pudiera estar en la misma situación no habría problema porque la persona no se sentiría “intranquila” y si la víctima fuera muy diferente tampoco, ya que podría decir que le ocurre producto de esa diferencia, lo que le evitaría sentirse “en peligro”. Pero cuando cree que puede estar en esa situación y además ve que es semejante a la víctima, la sensación de desasosiego le hace buscar causas en la víctima, diferenciándola de sí mismo, y por tanto culpabilizándola.

Creo que no hace falta ir muy lejos para ejemplificar el caso, ¿no? En cierto territorio español se lleva mucho tiempo culpabilizando a las víctimas de la situación de violencia y de su propia suerte. Es más, a día de hoy la situación se ha vuelto más dura pues se culpabiliza a las víctimas no solo de su propia suerte sino de que esa suerte pueda ocurrir a los demás si no se cede a un vil chantaje. Eso genera un malestar que en lugar de ser revertido a los asesinos, lo es a las víctimas. Y es que con tal de lograr la tranquilidad de uno, a muchos “seres humanos” les importa un bledo lo que ocurra a los de al lado.

Y ya para terminar, veremos el proceso social que ocurre cuando una mayoría entre los osos amorosos que componen el colectivo humano, no desea que se perturbe la paz de su criterio. Se trata de la espiral del silencio de Noelle-Neumann**, fenómeno que ocurre cuando existe dificultad para expresar opiniones contrarias a las de una mayoría. En este contexto, no solo surge la postura de aquellos que agreden, ridiculizan y tratan de silenciar las posturas minoritarias, sino que el resto de personas, los denominados observadores, no intervienen, convirtiendo su silencio en un apoyo implícito a la postura de los agresores. Esto hace que las víctimas cada vez tengan más problemas para expresarse y encontrar apoyo, que los agresores potencien su conducta y que los “observadores” sigan evitando verse comprometidos, lo que hace que en muchas ocasiones den señales activas de simpatía hacia los agresores o pasivas (justificando sus acciones, minimizando la gravedad de lo ocurrido, participando en actividades con ellos…). En mi querida ciudad de Oviedo se dio hace unos años este fenómeno que yo tuve la “suerte” de vivir en primera persona, pero no entraré más en detalles que quizás le dedique más tiempo y rigor científico a este fenómeno en el futuro.

En resumen, que viendo todos estos datos y los aportados en post anteriores, podemos entender ya cómo el ser humano, contra toda evidencia, sigue considerándose el colmo de la virtud, la ética, la bondad y la moral. La pena es que sea por los procesos de autoengaño y no por un ajuste a criterios objetivos. Al menos Sócrates, del que hablamos, tenía razón en una cosa: mucha de la parte despreciable del ser humano, no es por convicción, sino por estupidez y desconocimiento de su propio funcionamiento. Pero, ¿acaso importa la causa cuando tenemos que sufrir el efecto?

* Morales Domínguez, J.F.; Moya Morales, M.C.; Gaviria Stewart, E. y Cuadrado Guirado, I. (2007). Psicología Social (3ª ed.). Madrid: McGraw Hill.

** Gaviria Stewart, E.; Cuadrado Guirado, I. y López Sáez, M. (2009). Introducción a la Psicología Social. Madrid: Sanz y Torres.

*** Bermúdez Moreno, J. et al. (2011). Psicología de la Personalidad. Madrid: UNED.

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Esencia Humana (5ª parte)

«Lejos de mí esos que no saben su camino y pretenden enseñarlo a los demás. Esos que prometiendo tesoros te piden unas monedas» (Q. Ennio, s. III a.C.)

Tras comprobar algunos aspectos incoherentes o llamativos de dos de los principales filósofos que defienden la teoría de la virtud del ser humano, entiendo que hay dos motivos para creer en la inherente bondad humana: la inseguridad que supondría para el ser humano asumir que este tiene al menos una parte de perversión intrínseca, lo que haría más adaptativo formarse una ilusión; o bien, ser consciente de ella pero adoptar el discurso virtuoso por deseabilidad social o intereses particulares.

Sí quiero comentar en este punto que el no aceptar la natural bondad humana y el hecho de interesarme por su parte negativa, no implica que defienda la intrínseca perversión de este. A título personal simplemente creo en la dualidad y que el hecho de desplegar una u otra parte dependerá de las circunstancias y de las condiciones contextuales, pese a que ambos polos estén presentes (y latentes) en todos los seres humanos.

El caso de las religiones es particular, pues desde mi punto de vista se mueven en una permanente contradicción, al menos la mayoría de las que yo conozco. Así que veremos ahora algunas de estas contradicciones en el caso concreto de la Iglesia católica.

Pretender hablar de la Iglesia desde un punto de vista más o menos neutro o independiente de intereses es jugarse el tipo. Ocurre como en política, si se toma una perspectiva crítica, pronto tendrá un ejército que vendrá a atacarlo y denostarlo, pero contará también con férreos defensores. Si se toma una postura favorable, ocurrirá lo mismo pero cambiando el bando del equipo defensor y el atacante. Eso sí, si a uno se le ocurre tomar una postura intermedia, analítica y no partidista, tiene garantizado recibir bofetadas de todos sin distinción.

Por eso lo primero que quiero aclarar es mi postura personal sobre las religiones y sobre esta institución en particular, de la cual soy apóstata, apostasía que solicité ya hace algún tiempo y me fue concedida con anécdota incluida.

El día que fui a la oficina de Correos a enviar por correo certificado la declaración de apostasía, estaba delante de mí una anciana mujer hablando con la encargada, que muy resignada le trataba de explicar cómo enviar un paquete por correo. Como la buena mujer vio que la anciana no lo entendía muy bien y podría echar allí el resto del día, le pidió los datos y se dedicó a cubrir ellas los papeles y envolver el envío. La anciana, muy agradecida, le vino a decir algo como lo siguiente: “Ay, hija, que Dios te lo pague, que siempre tiene en cuenta a la gente buena y para eso envió a nuestro señor Jesucristo que murió por todos nosotros y nuestros pecados para salvarnos y hacernos mejores”. Yo me quedé alucinado, pensando que o aquello era una llamada del cielo para que no apostatara (hasta ahí pueden llegar años de adoctrinamiento religioso en la infancia) o que tanta casualidad tenía que ser producto de una coña del Universo. Pero como uno ya está curtido en sincronicidades y es acólito de Jung, seguí con el procedimiento, y la buena señora de Correos, al ver en el anverso del sobre “Declaración de Apostasía”, Arzobispado de Oviedo… después de haber recibido la clase de catequesis, me respondió después de echarse una sonora carcajada: “Te juro que algún día pienso escribir un libro con todo lo que me pasa en esta oficina”. Le animo a que lo publique porque aquí tiene un seguro lector.

No obstante, tengo que decir que mi condición de apóstata nada tiene que ver con ser antirreligioso como algunos piensan. De hecho, me defino como agnóstico, nunca como ateo, y como buen agnóstico de manual, me encanta el estudio de las religiones, la antropología y las creencias del ser humano, de las que uno puede sacar interesantes aprendizajes. Además, me encanta pasear por las Iglesias y especialmente por la catedral, donde se pueden encontrar unos minutos de paz y ambiente adecuado para relajarse y realizar ejercicios introspectivos. [Actualización 2019: se acabaron los paseos por la Catedral, que los cabrones, no contentos con pillar el dinero de los impuestos, han establecido una entrada a 7 euros].

Otro tema es el de las diferentes iglesias constituidas. No me gustan particularmente las jerarquías e instituciones religiosas (menos las dogmáticas) porque considero que no hay nada más alejado de la espiritualidad que la política y el materialismo, que desde mi punto de vista es a lo que se dedican en buena medida. Y particularmente en lo que respecta a la jerarquía católica, creo que ha tenido posturas absolutamente repugnantes en temas como la pederastia, el terrorismo de ETA y la discriminación, así que no la tengo en muy buena estima; lo que no quita para que también reconozca sin problemas su gran labor social.

Dicho esto, también creo que la Religión puede sacar lo mejor y lo peor de uno mismo. Así que bienvenida sea cuando ayude a un individuo a desarrollar su potencial como ser humano y extraer su lado más positivo, y maldita quede cuando se utilice para manipular, fanatizar y promover la ignorancia. De hecho, quizás esto lo único que nos muestra es que el problema no está en las religiones, sino en los individuos, por lo que quizás va siendo el momento de que dejemos de echar la culpa de las conductas propias y ajenas a las religiones, a la política, a la sociedad, a las drogas, a Internet… y empecemos a exigir responsabilidades a las personas.

Manifestada pues mi postura personal sobre la Iglesia y la religión, explicaré por qué me parece algo incoherente y contradictorio que la Iglesia católica (por ser la que más conozco, pero aplicable a muchas otras) defienda la natural bondad humana.

Para la Iglesia católica el ser humano es bueno por naturaleza en primera instancia porque está hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-1:27), que además y por si fuera poco es bondad y amor infinito. Mi primera objeción viene precisamente sobre esta descripción de un dios que  según cuentas de Luis Andrés Jaspersen (citado por el ex-jesuita Salvador Freixedo*) se ha cargado nada menos que a 2.169.350 personas en el Antiguo Testamento. Incluso a pesar de que la irónica cuenta fuera inexacta (cosa muy probable), es obvio para cualquiera que lo haya leído, que su protagonista no rezuma precisamente bondad y misericordia. Así que o bien discrepamos en el concepto de bondad infinita, o desde luego hay una incoherencia manifiesta en pretender considerar al ser humano bueno, si es imagen de este dios en particular.

También me cuesta entender que esta institución defienda la bondad innata cuando a la par muestra un cierto afán rencorosillo bastante belicoso y salvaje, como puede desprenderse de leer el salmo 137:

Acuérdate, oh Jehová, de los hijos de Edom. En el día de Jerusalén. Quienes decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos. Hija de Babilonia destruida, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste. Bienaventurado el que tomará y estrellará tus niños contra las piedras” (Salmo 137:7-9)

Y ya puestos, tampoco entiendo muy bien esa contradicción constante entre la consideración del hombre bueno a imagen y semejanza de Dios, y la permanente obsesión del cristianismo en general con la condición del ser humano como pecador, cómo no, con especial mención al pecado original (el menos original de los pecados). De hecho, yendo más allá, no podemos olvidar que cuando según la Biblia Dios creó al hombre y la mujer a su imagen (Génesis 1:27) no nos está hablando de Eva (cuya creación se describe en Génesis 2:18-23), sino de Lilith (según interpretaciones de carácter rabínico que exceden ya el cristianismo y se adentran en el judaísmo), de la que según la tradición parte un buen linaje de demonios entre los que se encuentra el diablo Asmodeo. Por tanto, estoy dispuesto a premiar a quien consiga explicarme cómo es posible que un linaje de demonios parta de una mujer que es creada a imagen y semejanza de Dios, a no ser claro, que en el propio Dios esté la esencia del bien y del mal, lo que nos lleva al dualismo más humano que ya defendían los gnósticos y que me parece más acertado.

Pero en los diferentes post sobre este tema, ya se habrá visto que por encima de lógicas y razonamientos, lo que a mí me gusta es la casuística, la experiencia y los hechos concretos que en muchas ocasiones tienen más valor y son más descriptivos que las palabras. Por eso, vamos a ver ciertos aspectos biográficos de algunos de los máximos responsables de la Iglesia católica, esa que defiende la bondad del ser humano, para ver que en su propia conducta esta la propia negación de su argumento, porque hay casos en que ciertamente dejan por novatos a algunos de los asesinos más gore de las películas americanas de serie B.

Empezamos con el papa Esteban VI y el denominado Concilio cadavérico. Este papa, nueve meses después de la muerte del Papa Formoso, ordenó exhumar el cadáver de este, vestirlo con los ropajes papales y sentarlo en el trono para juzgarlo y poder declarar nula su anterior elección como Papa. Declarado culpable se le cortaron los tres dedos de la mano con los que daba las bendiciones y se declararon nulos todos sus actos como Papa. Sus restos fueron luego ocultados, pasando por varias estancias (incluido el ser nuevamente desenterrado y lanzado su cuerpo al Tíber por orden de Sergio III) hasta que finalmente se supone que fueron depositados en el Vaticano.

Otra figura ejemplo de bondad infinita es Arnaldo Amalric, arzobispo francés que tuvo gran importancia en la cruzada contra los cátaros. Cuando Simon de Monfort, el jefe de los cruzados le hizo notar que dentro de la ciudad también había “buenos” cristianos que nada tenían que ver con el objeto de la cruzada (cepillarse a los herejes cátaros), mujeres y niños incluidos, se dice que este respondió: “Matadlos a todos. Dios ya reconocerá a los suyos”. Aunque la frase y atribución probablemente no sean ciertas ya que la cita aparece en otros acontecimientos históricos, lo que sí es cierto es el asesinato de 17.000 hombres en el asalto a la ciudad de Beziers.

Continuamos con Pío XII, a quien el escritor John Cornwell, católico, pretendía defender de ciertas acusaciones que lo vinculaban con el Holocausto. Gracias a ello recibió un permiso especial de la Iglesia Católica para acceder a los Archivos Secretos Vaticanos, tras lo cual parece que su fe no puedo con su rigor histórico, escribiendo un libro titulado El Papa de Hitler, en el que narra el antisemitismo del personaje en cuestión. Ni que decir tiene que acabó también con la posibilidad de que cualquier otro historiador accediese al mencionado Archivo.

También tenemos a Juan XXIII, el Papa Bueno (manda narices), que parece que es quien aprobó la Instrucción “Crimen Sollicitationis”, que dirigida a los arzobispos, obispos y demás, establecía el procedimiento de actuación en caso de “pecados secretos” de miembros del clero, entre los que estaban por supuesto los casos de pederastia. El procedimiento exigía el absoluto secreto de los hechos, siendo su divulgación razón suficiente para ser objeto de la pena de excomunión, de ahí que algunos lo denominen “La Conspiración del Silencio”.

Y podríamos seguir mencionando cientos de casos concretos, pero para no alargar más el post, lo finalizaré citando a Eric Frattini*, que habiendo realizado un exhaustivo análisis de la Historia de los Papas nos habla de: 17 pederastas, 9 violadores y 10 proxenetas, amén de otros tantos cuyas conductas, aunque pueden entenderse como asunto única y exclusivamente de la incumbencia de sus practicantes, llaman la atención por la incoherencia que suponen con la doctrina católica.

Por tanto, una vez que hemos visto múltiples ejemplos de la vida diaria y ciertas críticas a filósofos e instituciones que nos muestran de forma bastante contundente que la bondad no es ni de lejos la esencia (o al menos la única esencia) de la naturaleza del ser humano, veremos en el siguiente post por qué el empeño de este en engañarse sobre su propia condición, lo que nos lleva a algunos principios elementales de la psicología.

[Continuación]

Salud y libertad.

* Freixedo, S. (1983). ¿Por qué agoniza el cristianismo? Madrid: Algar.

* Frattini, E. (2010). Los Papas y el Sexo. Madrid: Espasa.

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Esencia humana (4ª parte)

«Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso» (Confucio)

El primer caso de quien defiende la “bondad” de la naturaleza humana es Sócrates. Por Sócrates tengo una admiración especial por dos razones.

Primero porque lo de presentarse ante el tribunal en el juicio que le plantó su esposa Xantipa por negligencia en sus deberes familiares y defenderla a ella, diciendo que tenía toda la razón y que hubiera merecido un marido mejor que él, me parece de ser un auténtico crack, pues refleja de forma resignada y ejemplar la aceptación de las propias debilidades y defectos.

Y segundo, porque su método, con sus dos componentes (ironía y mayéutica), me ha hecho pasar grandes momentos. Gracias a las dos partes del método, cuando me las han aplicado (algunos incluso sin conocerlas teóricamente), he aprendido mucho. Y gracias a la ironía, cuando la he utilizado contra alguno malintencionadamente, también me he reído bastante (va a ser que en esencia yo tampoco soy tan bueno…).

Pero en lo del bien creo que se equivocaba. Presuponer que el bien está en el conocimiento, y que el conocimiento conduce al bien, me parece generalizar soberbiamente su postura, porque lo cierto es que hay muchos que han utilizado el conocimiento para todo lo contrario, aunque sepamos que Sócrates se refería al propio concepto idealizado y supremo de conocimiento y yo lo vaya a utilizar en otro sentido más terrenal.

Ya hablamos de los psicópatas pero tampoco hay que irse tan lejos. Uno de los usos que demuestran que el conocimiento no tiene por qué conducir al bien ni usarse para el bien, es el denominado “lado oscuro de la empatía”. Prescindiendo de las diferenciaciones técnicas, diremos simplemente que hay dos tipos de empatía, la que consiste en entender como se siente otra persona y la que se centra en experimentar lo que sienten otros y, por tanto, reaccionar como si esas emociones fueran propias.

La sorpresa viene cuando los datos de varias investigaciones educativas en el tema del acoso escolar (o bullying) nos muestran que los acosadores escolares puntúan más alto que la media en cuanto a entender los sentimientos ajenos, y más bajo en cuanto a su experimentación. Esto implica, y cito textualmente, que: “la mayor capacidad manipuladora se combina con la falta de sensibilidad para experimentar el miedo o la indefensión que sienten las víctimas” (López Sáez et al., 2010*). Dicho de otro modo, se aprovechan de conocer lo que sienten los otros para incrementar el sufrimiento.

También sería interesante conocer si realmente son capaces de experimentarlos pero les importan un bledo o, incluso, si tienen un cierto disfrute sádico con ello. No obstante, no creo que nadie se atreva a plantear este estudio de forma rigurosa por aquello de la heurística negativa, que aplicada a nuestro caso, vetaría cualquier intento de investigación fundamentado en la posibilidad de consideración de la perversión humana.

Hay múltiples casos como este pero tampoco quiero extenderme (que luego me acusan de rollista, no sin razón), pero creo que este tipo de hechos demuestran que el conocimiento no está relacionado con la bondad, y aunque puedo sentir cierta simpatía por esa inocente y deseada presunción socrática de que la virtud es el conocimiento y el conocimiento máximo es el bien, creo que muchos hechos la refutan. Guste o no, muchas personas utilizan el conocimiento para hacer el mal. Quizás no en esa vertiente tan idealista que exponía Sócrates del concepto, pero desde luego si en un sentido mucho más apegado a la realidad del mundo en que vivimos.

Siempre me quedará la duda de si tras la ejecución de su condena a muerte bebiendo la cicuta cambió su opinión o no sobre la bondad humana, pero tampoco es el primero que muere firme a sus ideas… “probablemente equivocadas”. Y si no que se lo pregunten a algunos de esos que se inmolan esperando platillos volantes.

El segundo personaje es Jean Jacques Rousseau, cuya máxima en el caso que nos ocupa queda reflejada en su célebre “Emilio”, el tratado de educación en el que comentó aquello de “El hombre es bueno por naturaleza”, interpretando que es la sociedad la que lo corrompe.

Al amigo Jean le tengo una manía especial porque creo que su persona en el campo educativo (y esto lo recalco, refiriéndome solo a este campo) ha pasado a la Historia de forma absolutamente idealizada y pasando por alto determinados acontecimientos de su vida y obra que lo dejarían cuando menos, con presunción de no ser tan virtuoso. Aquí reconozco también mis propios complejos, pues probablemente no lo tendría tan “cruzado” si mis antiguos profesores universitarios del campo educativo no hubieran babeado tanto al difundir sus enseñanzas y ocultar deliberadamente aquello que no les gustaba asumir. Pero es en su propio análisis ad hominem, donde pongo en duda sus afirmaciones.

Básicamente, lo que no se suele decir cuando se enseña a Rousseau es que cuando hablaba de la educación fabulosa y natural que el buen maestro debe procurar a sus pupilos, hablaba de los hombres, pues en el libro V habla de la educación de las mujeres de forma que diferencia la educación que deben recibir ambos sexos, utilizando además algunas argumentaciones que harían las delicias de cualquier feminista.

Tampoco se suele mostrar la propia incoherencia del sujeto, que tras llenarse la boca hablando de la bondad inherente al niño y de todos los males infernales a los que avoca la sociedad y las instituciones sociales, metió a sus nada menos que cinco hijos en un hospicio. Me recuerda a ciertos profesores del ámbito educativo que riegan de consejos a las familias ajenas para educar a sus hijos, pero envían a los suyos propios a un internado a miles de kilómetros de distancia.

Por otro lado, reconozco que nunca he entendido esa contradicción suya según la cual por un lado criticaba el cultivo de la mente a través de las letras y las ciencias porque negaban la parte natural y eran la vía de entrada de la corrupción social, y por otro decía que formaban parte del proceso educativo.

Y por último, me repatea especialmente que se encuentre entre aquellos que se creen con la capacidad de decidir sobre “lo que es natural”, como si alguien tuviera potestad o contacto directo con la divinidad para establecerlo. Eso, amén de que el hecho de que algo sea “natural” tampoco implica nada sobre su valoración, ¿o no se define precisamente lo cultural como la transformación humana de lo natural? Y es que cuando uno cuenta con esta arrogancia, puede decir sin sonrojarse memeces como esta:

Establecido este principio, se deduce que el destino especial de la mujer consiste en agradar al hombre. Si recíprocamente el hombre debe agradarle a ella, es una necesidad menos directa; el mérito del varón consiste en su poder, y sólo por ser fuerte agrada. Convengo en que ésta no es la ley del amor, pero es la ley de la naturaleza, más antigua que el amor mismo

Tócate las narices, pues nada, si lo conviene el señor…

[Continuación]

Salud y libertad

* Lopez Saez,M; GaviriaStewart, E.; Bustillos Lopez, A. y Fernández Arregui, S. (2010). Cuaderno de investigación en Psicología Social. Madrid: Sanz y Torres.

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Esencia humana (3ª parte)

“El mal conoce el bien, pero el bien no conoce el mal” (Kafka)

La verdad es que para analizar esa esencia humana de la que hablamos y saber si es virtuosa o fruto de las pasiones más aterradoras, no hace falta mucho. Basta con leer un periódico e informarse de las noticias de los últimos días para que los defensores del buenismo tengan que dar muchas explicaciones. Quizás la principal y más utilizada sea que esa “esencia” no es producto de la propia “naturaleza” del hombre sino de sus “influencias sociales”.

Hay que decir a este respecto, aunque vaya contra mi propia argumentación, que a estas alturas poco importa si el origen es “natural” o “social” porque la distinción natura vs nurtura (naturaleza vs ambiente) hace ya algún tiempo que ha sido superada. De hecho, los genetistas asumen que la expresión del genotipo está influida por la interacción con el ambiente (epigenética). Por tanto, realmente se podría mejor hablar del concepto de “esencia humana” prescindiendo de ese dualismo que busca su origen, aunque yo soy reticente a asumir esa minusvaloración del cerebro límbico en la conducta.

Así que volviendo al tema que nos ocupa, plantearemos a continuación algunos ejemplos, comentaremos algunos aspectos de una institución y de dos de los personajes más famosos que en el plano filosófico han defendido la innata bondad humana, y quizás la parte más interesante, analizaremos por qué el ser humano se empeña en defender contra toda lógica lo que los hechos niegan de forma bastante contundente (algunos principios psicológicos son por definición también muy descriptivos de la propia esencia de la que hablamos).

El primer ejemplo lo tenemos en el caso del asesino de Denver. El caso lo conocemos: un  individuo se disfraza de Joker y asesina a un montón de personas en la presentación de la nueva película de Batman. Lo que me gustaría comentar, más allá del hecho, está en la noticia que el diario El Mundo, publicó el día 21/07/2012 al respecto y donde figura la visión del presidente de la sociedad española de criminología:

El sociópata, tal y como explica este experto, se trata de una persona antisocial que odia a la sociedad, la rechaza y transgrede sus normas, a sabiendas de que lo que está haciendo está mal. Disfruta con el daño que hace, insiste y disfruta porque sí tiene empatía. Margaz hace una diferencia clara con otro tipo de perfiles. El psicópata no tiene ningún tipo de empatía, no puede ponerse en la piel del otro ni reconocer sentimientos. No sabe lo que es. El sociópata, por su parte, sí tiene empatía, la conoce y la siente. Si hace algo mal, lo hace sabiendo lo que hace, disfrutando con ello. El sociópata tiene lo que los criminólogos llaman un resentimiento social contra el resto de la población

Es decir, tenemos ya de primera mano a un tipo de individuos que “disfrutan causando dolor”, los sociópatas, y aunque el origen de su conducta sea de carácter social, ese “disfrute del sufrimiento” no está tan claro que sea producto de un aprendizaje social. Uno podría llevar a efecto conductas bárbaras por puro resentimiento, pero ello no implica que tuviera que disfrutar con ellas.

Más claro es el caso de los psicópatas, individuos que por definición “no tienen empatía, no pueden ponerse en la piel del otro ni reconocer sentimientos”. Sin embargo, muchos profesionales se niegan a aplicar a los psicópatas el apelativo de enfermos (por las connotaciones atenuantes que ello supondría desde el punto de vista jurídico), definiéndolos sencillamente como personas “distintas”, algunos de ellos con una inteligencia superior a la media (aunque no la mayoría como nos han vendido los estudios de Hollywood). De hecho, habría mucho que diferenciar entre la concepción americana del psicópata, definida en base a su análisis conductual, y la concepción europea, más centrada en los factores cognitivos. Pero aquí ya tenemos una prueba de que por definición, esa esencia humana no tiene por qué ser virtuosa.

Otro problema que tendríamos al analizar esa esencia humana como virtuosa o perversa, es la definición de qué entendemos por bueno y malo. Como ya señalé en otra entrada, desde mi postura relativista este aspecto no tiene mucha solución en los típicos dilemas morales porque muchas variables varían en función del contexto espacio-temporal, pero sí es verdad que si analizamos conductas extremas podríamos llegar a algún tipo de consenso. Así, matar a alguien en defensa propia no parece que sea propio de una maldad innata. Matar a alguien por el simple disfrute personal, la mayoría entenderíamos que sí.

Y es aquí donde podemos ver gran cantidad de conductas que van desde lo más repugnante por su intrínseca perversión a conductas que demuestran una absoluta falta de empatía ante el sufrimiento ajeno, lo que deja un poco “tocada” la teoría de la virtud humana.

Entre las primeras podemos citar, y nada más que citar por su repugnante crudeza, ejemplos como los casos de canibalismo pactados por internet cuyo único fin suele ser el disfrute del agresor, los nauseabundos casos de pederastas como el de Nanisex o Del Valle, los asesinatos rituales…

Entre las segundas, son bastante conocidos los casos de justificación o minimización del dolor ajeno que muchas personas han realizado en caso de asesinatos terroristas, cuyas argumentaciones y excusas no tendríamos que ir muy lejos para escuchar. De hecho, en algunas zonas cercanas era habitual ver a parte del pueblo concentrarse en la plaza realizando un minuto de silencio tras el asesinato de un vecino, mientras la otra parte tomaba desenfadadamente una tapa y una cañita en la terraza del bar de la misma plaza.

También puede ser interesante si alguno tiene especial curiosidad, adentrarse en el mundo de internet, donde a través de canales específicos de chat de temática política o sexual puede encontrar con mucha facilidad personas que bajo la percepción de anonimato, no tendrán mucho problema en mostrar su “verdadero yo” y comentar los que piensan sobre determinados aspectos relacionados con la violencia o las pulsiones sexuales. De hecho, acceder a uno de estos chat, sobre todo a los segundos, debería de ser de obligado cumplimiento para que los padres vean y conozcan la realidad a la que sí o sí se van a enfrentar sus hijos, pertenecientes ya al grupo de los nativos digitales.

Incluso si quieren ir un poco más allá, siguiendo la metodología que comentábamos de Antonio Salas, no sería muy difícil que asumieran discursos ajenos (en el sentido global del concepto) lo que les permitiría de primera mano conocer las verdaderas pulsiones de quien en última instancia es su fontanero, su médico, su maestro, su vecino…

No me resisto a contar aquí una pequeña anécdota que me dejó profundamente marcado. El diálogo que tuve en uno de estos chat con una chica que podríamos tildar de hematofílica (o fetichismo vampiro), es decir, que sentía una profunda excitación de carácter sexual con el brotar de la sangre. Una chica muy agradable a la que agradezco me abriera su mente para mantener un diálogo sereno, pero desde luego no lo vamos a negar, una auténtica psicópata en potencia como algún día se plantee llevar a la práctica lo que en principio, quiero pensar, solo era una fantasía. En todo caso, tampoco quiero entrar mucho más en este tema, porque como ya he dicho, tengo ciertas hipótesis que estoy analizando desde un punto de vista más científico, por lo que no quiero anticipar nada al respecto, ni mezclarlo con un ámbito más divulgativo, al que quizás algún día también me anime.

Finalmente, y retomando el análisis de las conductas más extremas, podemos observar también que estas no se llevan a cabo solamente como conductas individuales, sino también en procesos sociales, cuyos juicios posteriores son a veces verdaderamente sorprendentes. Porque nadie discute que los nazis hayan sido (y sean) unos cabrones que promovieron un genocidio, pero a mí me sigue asombrando que se califique a los aliados como “los buenos”, siendo como fueron los que lanzaron las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki sobre una población indefensa. Y podemos entrar también en las purgas de Stalin de cuyos millones de asesinados se ha perdido la cuenta, pese que algunos niños mimados occidentales (y bastante ignorantes, o algo peor) se siguen definiendo como stalinistas.

Y así podríamos seguir poniendo ejemplos ad infinitum, pero el objetivo no es ni profundizar en el morbo de conductas lamentables, ni analizar la hipocresía y ligereza con que tildamos de “buenos” a aquellos que cometen auténticas atrocidades, sino plantear que esas atrocidades de una u otra forma, forman parte de eso que entendemos por seres humanos, y que por tanto, entender la esencia humana como virtuosa o bondadosa es negar la propia realidad. Así que tras el surtido de casuística que convertiría en muy extraña la hipótesis de que el ser humano fuera virtuoso en esencia por la multitud de casos que la niegan, vamos a ver algunos aspectos relativos a aquellos que lo han defendido.

[Continuación]

Salud y libertad

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